De los pagadiarios colombianos que operan en el exterior se sabe que el gobierno de Nayib Bukele les declaró la guerra y desde julio ha deportado a má...
De los pagadiarios colombianos que operan en el exterior se sabe que el gobierno de Nayib Bukele les declaró la guerra y desde julio ha deportado a más de un centenar de El Salvador. Se sabe que en Guatemala son perseguidos sin tregua por las autoridades, y que solo este año han capturado a 100 de ellos.
En una lucrativa operación alimentada por la pobreza, la informalidad y las barreras de acceso al crédito que aún se mantienen para el grueso de la población, cobradores de acento paisa recorren las calles de las principales ciudades del continente otorgando préstamos por fuera de la legalidad, a intereses mensuales que oscilan entre el 20% y el 25%.
Además de variar en sus métodos, motivaciones y alcances, cada integrante de la red hace que la misma sea muy amplia y no pueda considerarse como algo unificado y homogéneo. Esas primeras pesquisas, añade, sirvieron de base para su primera investigación, con la que obtuvo su título de antropóloga y en la que recabó los primeros datos de cómo funcionaba ese universo.
Además del pagadiario tradicional, al que suelen acudir las personas del común en busca de préstamos de cuantías pequeñas, también hay otro perfil de prestamistas al que ella denominó “pagadiarios de mediano alcance”, vinculadas a empresas medianas que logran acumular capitales más grandes. Con base en estos tres perfiles, Falla advierte que otra conclusión que salió a flote era que cada tipo de pagadiario tenía una organización del trabajo diferente.
Todos estos elementos, explica la investigadora, quedaron condensados en una investigación etnográfica que culminó en 2016 y que fue el punto de partida para una profundización posterior, cuyos resultados fueron publicados en 2022. “Muchas de las personas que entrevisté no tenían un historial delictivo, pero muchas de ellas sí habían trabajado durante toda su vida en la informalidad y para esas personas trabajar como pagadiario era un trabajo como cualquier otro. Eso no quiere decir que yo desconozca que es un fenómeno muy violento en algunos casos y que, además, buena parte del capital que está ahí pasa por un lavado de activos muy grande”, dice Falla.
Sobre esta última condición, la antropóloga apunta que el interrogante de fondo es por qué en todo Latinoamérica sigue siendo un común denominador los altos niveles de informalidad; una realidad que se asocia, por un lado, a los motivos detrás de quienes ven en el pagadiario la forma más expedita de acceder a financiamiento, y, por otro, a las razones que llevan a muchos a ver en esas redes una fuente de empleo en la cual realizarse.
También se conocen desde hace varios años las crónicas judiciales que llegan desde México, Brasil y Chile y dan cuenta de sangrientos crímenes en contra de prestamistas colombianos en medio de ajustes de cuentas. Pese a que el fenómeno desde hace mucho tiempo hace parte del paisaje cotidiano en la región, una investigación de una antropóloga colombiana, que por más de una década viene estudiando dicha actividad, sacó a flote nuevos detalles de un intrincado engranaje que cada vez se muestra más complejo.
En aquel momento, recuerda, comenzó a darse cuenta de que muchos de quienes ejercían esa actividad en calidad de cobradores en ese país eran colombianos, sobre todo provenientes de Medellín. “Llegué a Medellín a recoger unos datos que me hacían falta para entender cómo era que funcionaba el pagadiario. La idea general de ese primer trabajo, que fue un trabajo etnográfico, era presentar cómo era el funcionamiento del pagadiario. En ese entonces llegué a varias conclusiones, muy generales”, señala Falla.
Además de este tipo, Falla añade que también logró detectar los pagadarios que podrían clasificarse cómo de “largo alcance” que están vinculados a organizaciones criminales, principalmente provenientes de Medellín. Asimismo, en el caso del pagadiario de largo alcance, se volvía mucho más probable encontrar personas con un historial delictivo amplio y ocupadas en funciones como extorsionar y cobrar al mismo tiempo.
Si bien dicho dato es menor también al promedio nacional , el mismo da cuenta de un problema estructural que debe resolverse. En este segundo ejercicio, Falla llegó a Brasil y como investigadora de maestría de la Universidad Federal de Río Grande del Sur, analizó el fenómeno a la luz de la teoría de redes y entrevistó a una red de cobradores de pagadiario con sede en ese país, que en su mayoría terminaron siendo también de origen antioqueño.
Otra variable importante, añade la antropóloga, es que gran parte de las redes que hacen presencia en Brasil y otros países del continente están estrechamente ligadas a una expansión que sufrió esa actividad hace una década y media, que se vincula con la crisis del dólar de 2008 y el florecimiento de muchas pirámides financieras, que también se dio en esa época.